Evite conflictos y pérdidas: las claves legales de un buen contrato de arrendamiento
Un buen contrato de alquiler, bien redactado , debe prever esas situaciones y distribuir con claridad los deberes de cada parte. No alcanza con copiar un modelo estándar: cada inmueble, cada relación contractual y cada contexto requieren atención específica.
Las obligaciones del arrendador: más que entregar las llaves
Otro punto clave: el arrendador no puede alterar el inmueble durante el arriendo sin consentimiento del inquilino (art. 1799). Si necesita hacer reparaciones indispensables, el arrendatario debe tolerarlas, pero tiene derecho a que se le rebaje proporcionalmente el precio mientras dure la obra, o incluso a rescindir el contrato si las reparaciones impiden el uso normal del bien.
En cuanto a los vicios o defectos graves (art. 1804), si el inmueble tiene problemas estructurales, humedad, fallas en la instalación eléctrica o sanitaria que impiden su uso normal, el arrendatario puede pedir la disminución del precio o la rescisión del contrato. Y si el arrendador conocía el defecto, o debió conocerlo por su profesión o experiencia, además deberá indemnizar los daños y perjuicios.
Un contrato sólido debe prever estos supuestos con cláusulas claras, evitando ambigüedades que luego generen litigios.
Las obligaciones del arrendatario: uso responsable y reparaciones locativas
El inquilino, por su parte, debe usar la cosa según los términos del contrato y con el cuidado de un buen padre de familia (art. 1811). Esto no es una frase vacía: significa que el arrendatario tiene que conservar la propiedad, evitar daños y pagar puntualmente la renta.
Ahora bien, el arrendatario no responde por deterioros causados por el paso del tiempo, el uso legítimo, fuerza mayor o la mala calidad de la construcción (art. 1819). En esos casos, las reparaciones corresponden al arrendador.
Un punto crucial que muchos olvidan: toda reparación no locativa que el arrendatario haga debe ser comunicada previamente al arrendador (art. 1807). Solo si éste no responde o la reparación es urgente, el inquilino podrá hacerla por su cuenta y luego reclamar el reembolso razonable.
Y en cuanto a las mejoras útiles, como una nueva instalación o ampliación, el artículo 1808 es claro: solo se reembolsan si fueron autorizadas expresamente y con compromiso de pago. Si no, el arrendatario podrá llevarse los materiales al retirarse, siempre que no dañe el inmueble.
¿Cómo evitar conflictos y cumplir con la ley?
Un contrato de alquiler bien hecho no se limita al precio y al plazo. Debe definir con precisión:
-el estado del inmueble al momento de la entrega, con fotos y acta firmada;
-quién asume las reparaciones locativas y no locativas;
-qué sucede ante casos fortuitos o fuerza mayor (incendios, inundaciones, etc.);
-y qué mecanismos de resolución de conflictos se aplicarán si surgen diferencias.
Además, es recomendable establecer una cláusula de inspección periódica del inmueble, que permita al arrendador verificar su conservación sin invadir la privacidad del arrendatario.
Un buen contrato no solo protege al propietario: también da seguridad jurídica al inquilino, evitando arbitrariedades y garantizando el cumplimiento de la ley.
Conclusión
En definitiva, un contrato claro hoy evita un juicio mañana.
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