Unión concubinaria: qué significa para los bienes y la herencia

¿Sabías que convivir cinco años o más con tu pareja puede generar derechos casi iguales a los del matrimonio? 

La Ley 18.246 establece que una unión concubinaria de duración continua de al menos cinco años da lugar a obligaciones y derechos que van mucho más allá de la convivencia diaria. Esto incluye asistencia mutua, contribución a los gastos del hogar y, especialmente, derechos sobre los bienes que ambos adquieran durante la relación.

La declaración judicial de la unión concubinaria no es solo un trámite formal: permite reconocer la existencia de la comunidad de vida y, con ello, proteger los bienes adquiridos en conjunto. Lo interesante es que, una vez reconocida judicialmente, se crea una sociedad de bienes que se rige por las mismas reglas que la sociedad conyugal, salvo pacto en contrario. Esto significa que el concubino tiene derechos sobre los bienes comunes, incluyendo propiedades, muebles y cualquier bien adquirido a partir del esfuerzo conjunto. Incluso si hubo una unión concubinaria previa, la nueva disuelve la anterior, asegurando que no haya conflictos patrimoniales.

¿Cómo se tramita este reconocimiento? 

Si ambos concubinos están de acuerdo, el procedimiento es voluntario: se presenta la demanda, se informa al tribunal sobre posibles terceros afectados y se realiza una audiencia con prueba anticipada antes de dictar sentencia. Si hay oposición, se sigue el proceso extraordinario, con intervención del Ministerio Público y resolución judicial de las cuestiones en disputa. En todos los casos, el objetivo es determinar la fecha de comienzo de la unión y los bienes comunes, garantizando que los derechos patrimoniales estén claros.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando se disuelve la unión concubinaria? La ley establece tres situaciones: por sentencia judicial a pedido de uno de los concubinos, por fallecimiento de uno de ellos o por declaración de ausencia. La disolución judicial se tramita por proceso extraordinario y la sentencia no solo pone fin al vínculo, sino que también resuelve cuestiones accesorias como la tenencia de hijos, pensiones, alimentos y quién permanece en el hogar familiar. Posteriormente se realiza una facción de inventario para determinar los bienes y deudas adquiridos durante la unión, asegurando que todo se reparta de manera justa.

Y aquí es donde la unión concubinaria se cruza con la herencia. Según el artículo 1026 del Código Civil, pueden heredar los ascendientes legítimos y naturales, el cónyuge y el concubino. Esto quiere decir que, si uno de los concubinos fallece, el sobreviviente tiene derechos sucesorios similares a los del cónyuge. Incluso puede concurrir con un cónyuge existente, repartiendo la herencia en proporción a los años de convivencia. Por ejemplo, si un concubino convivió mucho más tiempo que el cónyuge, recibirá una parte proporcional mayor de los bienes comunes, lo que convierte a la declaración judicial en una herramienta esencial para proteger sus derechos.

Los derechos sucesorios del concubino se integran con los de la clase de ascendientes o con el cónyuge, según corresponda, y se respetan las legítimas de los descendientes y ascendientes. Además, si el concubino es mayor de 60 años y carece de medios propios, puede acceder a un derecho real de uso y habitación sobre la vivienda del causante, asegurando su subsistencia. Esto demuestra que la ley no solo protege los bienes, sino también la seguridad y dignidad de la persona sobreviviente.

En la práctica, esto significa que declarar judicialmente la unión concubinaria puede garantizar que el concubino participe en la herencia, que reciba su porción de los bienes comunes y que, en caso de existir un cónyuge, se respete la proporción según la convivencia. Además, los concubinos pueden elegir cómo administrar los bienes comunes, respetando las reglas de la sociedad conyugal, y asegurando que nadie quede desprotegido.

En definitiva, la unión concubinaria no es solo vivir juntos: es un vínculo que genera derechos patrimoniales y sucesorios, permite proteger los bienes adquiridos en conjunto y asegura que, ante el fallecimiento de uno de los miembros, el sobreviviente tenga respaldo legal. Entender los procedimientos, las obligaciones y los derechos es clave para proteger lo que cada uno construyó durante la convivencia.